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La práctica de la meditación, Alan Watts

La práctica de la meditación   

Alan Watts

La práctica de la meditación no es lo que vulgarmente se entiende por práctica, en el sentido de repeticiones, preparación para alguna futura actuación. Puede parecer raro e ilógico el decir que la meditación en la forma del Yoga, Dhyana o Zazen, como la usan los hinduistas y budistas, es una práctica sin ningún propósito en algún tiempo futuro porque es el arte de estar completamente centrado en el aquí y el ahora. “No tengo sueño, ni voy a ninguna parte”. 

Estamos viviendo en una cultura enteramente hipnotizada por la ilusión del tiempo, en el que el llamado momento presente es sentido como nada más que una rayita infinitesimal entre un pasado todopoderosamente causativo y un futuro absorbentemente importante. No tenemos presente. Nuestra consciencia está preocupada casi por completo con el recuerdo y la expectativa. No nos damos cuenta de que nunca hubo, hay ni habrá más experiencia que la presente. Por consiguiente no estamos al corriente de la realidad. Confundimos el mundo como se habla, se describe y se mide, con el mundo que realmente es. Poseemos una morbosa fascinación por esas útiles herramientas que son los nombres y los números, los símbolos, señas, concepciones e ideas. La meditación es, por tanto, el arte de suprimir por un tiempo el pensamiento simbólico y verbal, algo así como un cortés auditorio que deja de hablar cuando el concierto está a punto de empezar. 

Simplemente siéntate, cierra los ojos y escucha todos los sonidos que puedan oírse sin intentar darles un nombre o identificarlos. Si ves que el pensamiento verbal no te abandona, no trates de pararlo por la fuerza de la voluntad. Simplemente mantén la lengua relajada flotando cómodamente en la mandíbula inferior y escucha a tus pensamientos como si fueran pájaros cantando fuera —simples ruidos en el cráneo— y poco a poco se irán apaciguando por sí
mismos, de la misma forma que un estanque turbulento y turbio se calma y se aclara cuando se le deja en paz. 

Por otra parte, estate al tanto de tu respiración permitiendo a tus pulmones que lleven el ritmo que les sea más agradable. Y durante un rato, sólo escucha y siente tu respiración. Pero si es posible, no la llames así. Experimenta simplemente el acontecer no-verbal. Podrás objetar que esto no es meditación “espiritual”, sino una mera atención al mundo “físico”, pero debe entenderse que lo espiritual y lo físico son sólo ideas, concepciones filosóficas, y que la realidad de la cual tú te estás dando cuenta ahora, no es una idea. Más aún, no hay “tú” que se dé cuenta de ello. Eso también era sólo una idea. ¿Te puedes oír a ti mismo escuchando? 

Y ahora empieza a dejar que tu respiración “caiga” lenta y cómodamente. No fuerces ni aprietes tus pulmones, más bien deja que el aire salga de la misma manera en que te dejas hundir en una cómoda cama. Sencillamente déjalo salir, salir y salir. En el momento en que haya la menor tensión, deja simplemente que vuelva a entrar el aire como un reflejo; no lo metas tú. Olvida el reloj. Olvídate de contar. Tan sólo mantenlo mientras puedas sentir el lujo de hacerlo. 

Utilizando la respiración de esta manera, descubres cómo generar sin fuerza. Por ejemplo, uno de los adminículos (en Sanskrito, Upaya) usado para aquietar la mente pensante y su compulsiva cháchara es conocido como mantra —cantos de sonidos por los sonidos en sí, más que por el significado—. Por tanto, comienza a emitir un simple sonido al expulsar el aire larga y confortablemente, en el tono que te sea más cómodo. Los hinduistas y los budistas para este tipo de prácticas utilizan sílabas como OM, AH, HUM (i.e. HUNG), los cristianos tal vez prefieran AMÉN o ALELUYA, los musulmanes ALLAH y los judíos ADONAI; en realidad es indiferente, puesto que lo que importa es única y exclusivamente el sonido. Podrías tan sólo usar la sílaba Mooo como los budistas Zen. Profundiza en ese, y deja que tu mente se hunda más y más en el sonido mientras no haya ninguna sensación de tensión. 

Por encima de todo, no esperes resultados, algún maravilloso cambio de consciencia o Satori: toda la esencia de la práctica de la meditación se centra en lo que es, no en lo que debiera o pudiera ser. El punto está en no poner la mente en blanco o en concentrarse ardientemente en, digamos, un simple punto de luz —aunque eso también puede resultar delicioso si se hace sin ningún ardor. 

¿Durante cuánto tiempo se puede mantener? Mi propio y quizá inortodoxo sentimiento me dice que se puede continuar mientras no haya sensación de que se está forzando, y esto se puede extender fácilmente a unos 30 ó 40 minutos de una sentada, después de la cual querrás regresar al estado normal de intranquilidad y distracción. 

 Al sentarse para meditar, es mejor usar un cojín grande sobre el suelo, mantener la columna erecta pero no tensa, poner las manos sobre el regazo —con las palmas hacia arriba— descansando cómodamente la una encima de la otra, y sentarse con las piernas cruzadas como una figura de Buda, en la postura del “loto” o del medio loto, o sentado sobre las rodillas. “Loto” quiere decir colocar uno o ambos pies, con la planta hacia arriba, sobre el muslo de la pierna opuesta. Estas posturas son ligeramente incómodas, pero tienen la ventaja, por tanto, de mantenerte despierto. 

Durante el curso de la meditación es posible que tengas asombrosas visiones, ideas maravillosas y fascinantes fantasías. Incluso puedes sentir que te estás volviendo clarividente, o que puedes abandonar tu cuerpo y viajar a voluntad. Pero todo eso es distracción. Déjalo y simplemente observa lo que pasa AHORA. No se practica la meditación al objeto de adquirir poderes extraordinarios, porque si pudieras conseguir el ser omnipotente y omnisciente, ¿qué harías? Ya no habría más sorpresas para ti, y tu vida entera sería como hacer el amor con una mujer de plástico. Desconfiad, pues, de todos esos gurúes que prometen “maravillosos resultados” y demás futuros beneficios de sus disciplinas. Todo el tema está en darse cuenta que no hay futuro, y que el verdadero sentido de la vida es una exploración del eterno ahora. ¡PARA, MIRA y ESCUCHA! ¿O deberíamos decir “conéctate, sintonízate con el momento presente”? 

Se cuenta que un hombre fue a ver al Buda llevándole ofrendas de flores en ambas manos. El Buda dijo: “¡Tíralas!” El hombre tiró las flores que llevaba en la mano izquierda. El Buda volvió a decir “tíralas”. El hombre tiró las flores que llevaba en la mano derecha. Y el Buda dijo: “¡Tira eso que no tienes ni en la derecha ni en la izquierda, sino en el medio!” Y el hombre alcanzó la iluminación instantáneamente. Es maravilloso tener el sentido de que todo lo que vive y se muere está cayendo, o sigue a la gravedad. Después de todo la tierra está cayendo alrededor del sol, y a su vez, el sol está cayendo alrededor de alguna otra estrella. Porque la energía es precisamente una toma de la línea de menor resistencia. La energía es masa. El poder del agua está en seguir su propio peso. Todo llega a aquel que persevera. 


Extraído del libro “La Vida como Juego”, de Alan Watts.






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