Curar con la mente
Los científicos han descubierto que las emociones positivas pueden curarnos. Y creen haber hallado la puerta misteriosa que le permite al cerebro actuar sobre nuestro organismo: el nervio vago.
Otra buena noticia: la alegría y la paz interior están clínicamente asociadas a la longevidad.
Sonría y lea.
La felicidad es curativa. Que las emociones influyen en nuestra salud ya se sabía. Pero hasta hoy los científicos se habían centrado en las emociones negativas (ansiedad, depresión, estrés...) que aumentan el riesgo de determinadas enfermedades.
Lo que la comunidad médica no tenía tan claro es que las emociones positivas también son importantes. La gente feliz no solo tiene vidas más estables, matrimonios más duraderos, mayores habilidades intelectuales y mejores relaciones interpersonales a lo largo de sus vidas. Esas vidas son estadísticamente más sanas y más largas. El bienestar psicológico reduce la actividad de las hormonas
relacionadas con el estrés y nos hace menos vulnerables a las enfermedades infecciosas, coronarias, metabólicas y autoinmunes. Disfrutar de la vida debería ser un objetivo de los programas de prevención de enfermedades.
Los investigadores creen haber encontrado la conexión entre la felicidad y la salud: el nervio vago.
«Es la estructura que une cuerpo y mente», afirma Thomas Schläpfer, psiquiatra del Hospital Universitario de Bonn a la revista alemana Der Spiegel. Un nervio vago en plena forma contribuye a que el corazón palpite con brío, a que la digestión sea regular y nos ayuda a alcanzar el orgasmo. Nos invita a empatizar, a mirar a los ojos, a sonreír... Los enamorados deberían dejar de dibujar corazones de tiza y aprender a pintar la complicada geografía de este nervio que parte del tronco del encéfalo y va a lo largo del cuello y del tórax hasta los intestinos, con muchas ramificaciones. Inerva el oído interno, la faringe, la laringe, los pulmones, el estómago, el intestino y el corazón.
Se puede estimular el nervio vago recurriendo a métodos como la meditación, el yoga, el zen y otras sabidurías milenarias que se están ganando el respeto en facultades y hospitales. La doctora norteamericana Bethany Kok ha comprobado que el nervio vago se activa con la meditación. Amor, bienestar y compasión son el mejor ejercicio. «Las personas que atesoran sentimientos positivos mejoran el tono de su nervio vago. Esto está asociado con una buena salud y una vida más larga», asegura Kok, que realiza sus experimentos en el instituto Max Planck de Leipzig. «El médico nos dice que no deberíamos fumar ni comer demasiado, pero no nos suele aconsejar que seamos felices».
Psicólogos y médicos se proponen conciliar las técnicas de meditación procedentes del budismo y el hinduismo con los postulados de la medicina moderna. Monjes y yoguis les enseñan. En el Hospital General de Massachusetts (Boston, Estados Unidos), 15 pacientes diagnosticados con trastorno de ansiedad usaron su mente como si fuera un fármaco. Los voluntarios participaron en un curso de meditación durante ocho semanas. Consiguieron controlar mejor sus emociones y tuvieron menos problemas para dormir. Su cerebro había cambiado de forma positiva, como se comprobó con resonancias magnéticas: ciertas zonas de su córtex prefrontal aparecían muy irrigadas, aquellas que regulan los sentimientos.
Cómo sanan los pensamientos
1. En el lóbulo temporal, la amígdala procesa las percepciones sensoriales y les asocia una etiqueta emocional. Si esas percepciones apuntan a un peligro, induce a través del hipotálamo la liberación de la hormona del estrés. Surge así la sensación de ansiedad.
2. A continuación, el impulso recibido por la amígdala vuelve a ser analizado en el córtex prefrontal, valorado y, si es necesario, corregido. De esta manera se evitan sobrerreacciones y se atenúan los ataques de ansiedad.
3. La influencia del córtex prefrontal sobre la amígdala puede fortalecerse a través de la meditación. La persona acaba reaccionando con más calma a los estímulos externos. Se vuelve menos propensa al estrés y a las reacciones exageradas de ansiedad.
4. Los sentimientos y estados de ánimo pueden actuar sobre todo el organismo, pues el cerebro está conectado con el resto del cuerpo a través de fibras nerviosas. El nervio vago está considerado uno de los principales enlaces entre mente y cuerpo.
5. El nervio vago es parte del sistema parasimpático, o 'sistema de la calma', responsable del sosiego, la relajación y la regeneración. Su contraparte, el simpático, pone el cuerpo en tensión, acelera el pulso y la respiración y descarga adrenalina.
6. El vago, por su parte, se encarga de ralentizar la frecuencia cardiaca y se ocupa de la peristalsis, es decir, del avance de los alimentos a lo largo del sistema digestivo. También produce la secreción de enzimas digestivas y contrae los bronquios.
7. Nuevos estudios apuntan a que es posible influir voluntariamente sobre el nervio vago a través de la meditación.Un tono más elevado podría reforzar el efecto tranquilizador del parasimpático y de este modo influir positivamente sobre el organismo.
8. El vago forma parte de un gigantesco sistema de comunicación compuesto por miles de millones de neuronas, células nerviosas con multitud de prolongaciones similares a tentáculos.
9. Cada neurona está conectada a otras células nerviosas mediante un millar de sinapsis. La longitud total de las células nerviosas del ser humano sumadas equivale a la distancia de la Tierra a la Luna, de ida y vuelta...
Escuelas de relajación... y qué curan
-Meditación. Hay muchas técnicas, aunque los médicos suelen prescribir la Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena. Proviene del budismo, aunque no tiene naturaleza religiosa. Puede describirse como una atención desapasionada e intensa a las sensaciones físicas, percepciones y pensamientos, pero sin hacer juicios de valor. Es eficaz contra la ansiedad, la depresión y los dolores. La presión sanguínea baja.
-Zen. Un estudio del Hospital Quirón de Zaragoza ha probado cómo esta meditación aumenta la plasticidad cerebral, mejora la coordinación entre las neuronas y altera los circuitos cerebrales, induciendo a mejoras permanentes. Disminuye a su vez la actividad metabólica neuronal y aumenta la inmunidad.
-Chi kung. Un trabajo de los profesores María D. Flores Bienert, Gregorio V. Nicolás y Manuel G. López, de la Universidad de Murcia, estudió a 458 empleados públicos con alto nivel de estrés laboral y los sometió a un tratamiento de formación teórico-práctico de un mes basado en esta técnica relacionada con la medicina china tradicional. Los trabajadores experimentaron una mejora sustancial de los niveles de ansiedad, volviendo a cifras de la población sana.
-Hatha yoga. Un estudio de la Universidad del Estado de California, en Los Ángeles, demostró que la práctica del yoga intensifica la densidad de los huesos vertebrales. Su capacidad para bajar los niveles de la hormona del estrés y el cortisol ayuda a conservar el calcio de los huesos y contribuye a alcanzar la relajación muscular y a bajar el ritmo respiratorio, favoreciendo así entrar en estados mentales más serenos y tranquilos.
-Taichí. Científicos de la Universidad del Sur de Florida y de la de Fudan, en Shanghai, verificaron aumentos en el volumen cerebral y mejoras en las pruebas de memoria y pensamiento en ancianos chinos que practicaban taichi chuan tres veces a la semana, según informa un artículo publicado en el Journal of Alzheimers Disease.
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